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Miquel Alzamora, periodista de Deportes de Última Hora, dice que quería ser portero, pero en el momento de crecer no lo hizo; no levantaba, cuenta, dos palmos del suelo y el larguero le quedaba a quilómetros. Cuando aprendió a no meter balones que iban fuera hacia el interior de su portería apareció la miopía y, sencillamente, dejó de ver el balón, a sus defensas, al árbitro y a los rivales. Su carrera no pasó de juveniles y entonces decidió dejar de jugar y ponerse a escribir. El teclado le quedaba más cerca que el larguero. Le fue algo mejor. Entonces, en plena pandemia y estando enclaustrado en su casa y con más de treinta años de tinta de periódico en sus dedos, se puso a escribir de aquello que entendía, de periodismo y de quienes juegan, entrenan y dirigen el fútbol, que no es lo mismo, cuenta, que escribir de fútbol. De eso se habla en LA OTRA LIGA.
Miquel Alzamora, periodista de Deportes de Última Hora, dice que quería ser portero, pero en el momento de crecer no lo hizo; no levantaba, cuenta, dos palmos del suelo y el larguero le quedaba a quilómetros. Cuando aprendió a no meter balones que iban fuera hacia el interior de su portería apareció la miopía y, sencillamente, dejó de ver el balón, a sus defensas, al árbitro y a los rivales. Su carrera no pasó de juveniles y entonces decidió dejar de jugar y ponerse a escribir. El teclado le quedaba más cerca que el larguero. Le fue algo mejor. Entonces, en plena pandemia y estando enclaustrado en su casa y con más de treinta años de tinta de periódico en sus dedos, se puso a escribir de aquello que entendía, de periodismo y de quienes juegan, entrenan y dirigen el fútbol, que no es lo mismo, cuenta, que escribir de fútbol. De eso se habla en LA OTRA LIGA.
Editorial | Edicions Balèria |
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Idioma | Castellano, ESPAÑOL |